Así te quiero,
así misma como estas.
No te quites ni agregues nada.
Te quiero de esa manera;
amarga o dulce,
presente y ausente,
con el alma entera o quebrantada.
Así te quiero,
exactamente como ahora te encuentras.
Así, como si acabaras de despertar
o como cuando llegas cansada
y te vienes a la cama sin bañar.
O cuando por frío y pereza
decidiste no depilarte para mí,
toda tuya, dos veces mujer,
segura de ti
y de tu sutil cuerpo desnudo
el cuan no me canso de contemplar.
Por eso ven,
ven a mí y no te niegues.
Date a séquitos,
paulatinamente,
pues yo seré paciente
y me quedaré hasta el final.
Quizá la natura
esté cobrándote sus días.
Mismo así
tráeme tus ferruginosos otoños
que con ellos me entenderé.
Tan solo ven,
despójate de todo argumento
y así como te halles
ven a mí, que yo
correré a tu encuentro.
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