La noche estaba fría, pero el cuerpo, cálido…
El viento soplaba sobre las cabezas y los pelos,
Tesos de miedo, agitaban los corazones que
Pulseaban inestables… Las mortajas rechinaban
Y entrecruzaban las nubes oscuras y infértiles…
Todos los ojos abrían y cerraban delante del ocio.
Había los fantasmas de la soledad y de la nostalgía
Que musitaban en los oídos carentes de la palabra
Acerca del amor que vivía esclavizado en los pechos
Y morían asfixiados debido a ausencia de recato…
En los campos el pueblo temía la muerte enfadosa…
El tiempo no hartaba la coraje y el recelo de vivir
Siempre estaba en el hondo de un pozo sin claridad.
Simplemente la vida era el ocaso de la madrugada
Que llenaba de pavor el sol que nunca despertaba…
DE Ivan de Oliveira Melo
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