Últimamente
lo único que quiero,
que simultáneamente
a la composición de este verso
también vengo a querer,
es beber.
 
Si, beber.
beber para comprender,
besar con énfasis a mí copa,
dejarla abrir todas las puertas,
serle hospitalario
y confortar con un trago
a mi rutinaria soledad.
 
Con la bebida sentirme a gusto,
conocer personalmente
todas mis congojas,
y solidario escucharlas
como en frente a al espejo
mientras acaricio mis pulmones
con humo de cigarros.
 
beber. Pero como hombre.
No un macho alfa inquisidor,
sino como un Homo sapiens sapiens.
Otro desencantado,
de los que sabe bien 
que fidelidad
es cosa de madres e hijos.
 
beber para digerir la vida
pues ella generalmente me sienta mal
y al final ni me pertenece.
beber para aliviar el tiempo y el tic-tac del reloj
que me quiere enloquecer.
beber, y ser yo mi homicida
dejándome llevar en cada sorbo
un paso más cercano al Tártaro
por este verbo                                                    
que estuvo en minúscula todo el poema;
por su pernicioso perfil
cuando se trata
de mi materia.

Pablo Nuñez
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